“El lenguaje puede ser casi cualquier cosa, pero nunca es inocente. Y menos aún lo es una metáfora: si escribimos de forma acrítica en un titular de prensa una “ola” de inmigrantes o un “asalto” a la valla de Melilla, ya estamos aceptando que son peligrosos invasores. También tomamos postura, aunque no lo parezca, si, al informar sobre inmigración, hablan los políticos, periodistas e intelectuales, pero nunca los propios inmigrantes“.